viernes, 5 de agosto de 2016

Hasta que los cubanos quieran

Por el Yeyo.
Tuve la dicha de vivir en Polonia durante un tiempo y pude observar cómo en ese país todos odian al comunismo. Para ellos son como una plaga, una peste. Los polacos, en su modelo capitalista han vuelto a ser y a tener todo lo que siempre han deseado como pueblo. Su moneda el Zloty cotiza a tres punto ochenta y seis por cada dólar. La economía polaca es estable y la gente, a pesar de todo lo sufrido antaño, es feliz, pero...
¿Cómo Polonia se pudo librar del comunismo? Pues con la unión de su pueblo, la sabiduría, el valor y el trabajo en secreto del Papa Juan Pablo II y el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan. Estos tres factores fueron los que llevaron al pueblo polaco a librarse de ese mal: el comunismo.
Los cubanos hemos tenido una grandísima mala suerte, si se puede decir. La iglesia en Cuba es un circo, sus cardenales y demás representantes son todos comunistas y sólo siguen instrucciones de la seguridad del estado cubano.
Los cubanos, no contamos con un Papa oriundo de la mayor de la Antillas, pero si con uno latinoamericano, pero para desgracia nuestra, este también obedece todos los deseos de los dictadores Raúl y Fidel Castro, y hasta se reúne con ellos e intercambia regalos y sonrisas como todo adulador latinoamericano protector del socialismo del siglo XXI.
El pueblo cubano no ha podido contar esta vez con un presidente en los Estados Unidos capaz de realizar proyectos que contribuyan a la eliminación del comunismo en Cuba. Este presidente, traidor de los derechos humanos, llamado Obama "(premio Nobel de la paz)", ha sabido reconocer internacionalmente a los dictadores para que continúen con su política de destrucción de un país y su pueblo sumido en la más absoluta miseria por más de 50 años, es decir, poseemos un presidente cobarde, sumiso y colaboracionista de gobiernos totalitarios, pues estos tres personajes, se reunieron en secreto, pero no para erradicar al comunismo castrense, sino para darle reconocimiento y apoyo a niveles nunca antes vistos.
En Chicago, USA, donde existe la mayor población de polacos, todos ellos contribuyeron a la causa de sus hermanos en Polonia. Y de los 31 millones de la población polaca existente en aquella época, 10 de ellos se alistaron al movimiento Solidaridad, el movimiento que logró vencer la ocupación soviética comunista.
En USA, habemos más de 2 millones de cubanos y casi ninguno apoya a los movimientos de oposición que existen en la Isla, sino todo lo contrario. Dentro de Cuba de los casi 11 millones de cubanos que habitan, ni siquiera el 1% de la población cubana pertenece a ningún grupo de la oposición. ¿Yo realmente no se qué es lo que sucede? No se si es por cobardía o falta de coeficiente intelectual, si es que nos comparamos con los polacos, que muy inteligentes que supieron ser en su momento.
Es lamentable pero cierto que nos merecemos lo que tenemos. Siempre he dicho que en Cuba se acaba el comunismo cuando el cubano quiera y hasta ahora, creo que la gente desea seguir esperando que le caigan los dólares del exterior. Los cubanos de la Isla que no desean hacer nada por cambiar su destino y los cubanos de afuera de la Isla, cansados de lo mismo, tampoco desean seguir manteniendo vagos que sólo saben criticar, mentir y defender al comunismo y sus dirigentes incondicionalmente, pero a la hora de pedir dólares son en extremo eficientes y tan inteligentes como los polacos, pero en sentido contrario.
No es un sorpresa para nadie que los polacos vivan hoy en un país próspero, hermoso y civilizado y nosotros, los cubanos, en la miseria, el subdesarrollo y el exilio obligatorio hasta en los países más inhóspitos del mundo, teniendo que pedir permiso a una familia, para poder entrar a tu país de nacimiento.
Me remonto a esos autobuses habaneros "camellos" en los momentos en que todos estaban dentro y la puerta no podía cerrarse producto de que nadie quería colaborar con moverse unos pocos milímetros para que el bus pudiera avanzar y todos saliéramos beneficiados. Hoy, invoco las mismas palabras del conductor que tenía que dejar el timón y a viva voz recordaba desde la calle a los inconscientes pasajeros que: "esto es hasta que ustedes quieran".

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